Nunca tan solos, nunca tan unidos.




Cada partido que pasa, cada victoria, cada logro y triunfo, parece poner a más gente en nuestra contra. Poco a poco las máscaras se van cayendo, y la rabia sale a cada victoria del Real Madrid. La última clasificación a semifinales de la Champions League por octava temporada consecutiva, récord histórico, parece haber sido la gota que colma el vaso para los periodistas antimadridistas.

Incapaces de ocultar su decepción y enfado ante otro éxito del equipo blanco, muchos fueron los que dieron rienda suelta a sus frustraciones e intentaron desprestigiar el pase del Real Madrid de cualquier forma posible. Robo histórico, manipulación de la UEFA, o incluso la mujer del árbitro encargado de pitar el partido de vuelta, fueron algunos de sus argumentos extra-futbolísticos para justificar el pase del Madrid.

Cualquier cosa era válida mientras no se admitiese que el Madrid había hecho méritos en el campo para ser digno semifinalista. Incluso ser el único representante español vivo en la competición no ayudó a nuestro equipo a recibir algún tipo de apoyo de la prensa patria, teniendo mucho que ver el desastre y eliminación una vez más del máximo rival doméstico.  La gran actuación de la Juve les dejó a la orilla de poder justificar su eliminación con la nuestra,no logrando  tapar sus vergüenzas con nuestros fracasos.

La frustración debió de ser inmensa cuando en el bendito minuto 93 el árbitro señaló los once metros. Cuando la Juve perdía tiempo para intentar lo imposible en la prórroga, cuando su entrenador Allegri pedía calma y retener el balón, sólo un equipo parecía tener en mente que el partido no se acaba hasta que suena el silbido final.   

El equipo de siempre, el equipo de las remontadas, de los goles en los últimos minutos, el equipo de la épica. Cuando el fútbol y la suerte no acompañan, este equipo tiene algo imposible de igualar: la casta y el ADN Madridista.

Un centro medido de Kroos, un salto al cielo del que siempre aparece, una asistencia de cabeza posible para muy pocos, y la llegada al remate de un jugador portando a la espalda todo el trabajo e ilusión de la cantera blanca, daban pie a otro momento legendario para el mejor equipo de la historia. Pero la Juve no se iba a rendir, habían peleado mucho por igualar una eliminatoria casi perdida, Benatia salió al corte intentando a la desesperada evitar el remate de Lucas. Estaba lejos y llegaba tarde, pero tenía que intentarlo, y así se llevó por delante al jugador merengue que no pudo rematar.

Jugada clave donde cualquier otro árbitro menos profesional habría mirado para otro lado, sabiendo la que le caería por pitarlo. Pero Michael Oliver miró a su asistente, y al ver la confirmación de éste, no lo dudó: era penalti. Valiente decisión de parte del colegiado, que inmediatamente se vio rodeado por un vendaval amarillo. Sintió las manos de Buffon en la espalda que no se calmó con una advertencia y, justa injusticia, uno de los mejores porteros de la historia acabaría expulsado en el que quizás fue su último partido de Champions.

Debió de ser duro para Gigi y entiendo su frustración, aunque no defienda su reacción. Verse a las puertas de poder ganar el título que le falta, la tan añorada Copa de Europa. El milagro estaba casi hecho, todos los favoritos eliminados, pasando a semis la Juve era seria candidata para ganar la copa. Un sueño que desaparecería en una jugada en el último minuto.

Quizás con otro jugador a punto de lanzar la pena máxima las esperanzas habrían durado un poco más.  Pero en los once metros se encontraba el hombre que posee todos los récords de anotación de la Champions, el jugador que siempre está ahí cuando su equipo lo necesita, y esta vez no iba a ser menos. El resultado lo sabemos todos y ya es parte de la historia.

Si la frustración de Buffon y el resto de la Juve fue grande, no se compara a la sufrida por las hordas antimadridistas. Otra vez el Madrid, otra vez la Champions, otra vez Cristiano, otra vez el minuto 93, con su equipo eliminado, con su dios desaparecido.

Lo único que les quedaba era intentar desprestigiar lo conseguido por el Real Madrid. Inventarse conspiraciones y ayudas. Negar lo innegable y refutar toda lógica para crear una polémica inexistente. Pero como dijo nuestro gran entrenador Zinedine Zidane:

“Esta historia, la historia del club, nadie la va a cambiar. Puedes escribir y decir lo que quieras, pero nadie va a cambiar la historia de este club, el mejor del mundo. Cuando eres el mejor creas un poco de celos"

La prensa puede inventar y calumniar, y hacer lo imposible para desprestigiar todos nuestros éxitos, pero no los van a cambiar. Al final lo único que están consiguiendo es que la afición blanca por fin empiece a ver quienes son los verdaderos enemigos del club. Ojalá este sea el principio del fin de todas las guerras internas del Madridismo.

Entrene quien entrene, juegue quien juegue, todos los Madridistas queremos lo mismo, que gane el Madrid. Ahora que estamos más solos que nunca, contra todos, es cuando debemos estar más unidos. Recordemos que todos: directiva, plantilla y afición somos el Real Madrid y juntos, somos invencibles.

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