¡Gracias Real!



¡Muy buenas queridos amigos de la Casa del Madridismo! ¿Qué tal? Espero que estéis como mínimo igual de contentos que yo, porque por si no os habíais enterado somos Campeones de la Copa del Rey. Huelga decir que no fue un partido brillante de ninguno de los conjuntos, al menos en la primera mitad. El primer periodo fue bastante descafeinado, pese a los primeros 15-20 minutos, donde el Madrid podría haber desequilibrado bastante el marcador, pero faltó esa suerte que casi siempre nos falla en los momentos decisivos.

 Una plantilla, la del Real Madrid, muy cuestionada por muchos. El primer culpable y más señalado ha sido el técnico italiano Carlo Ancelloti. El entrenador del Real Madrid había sido acusado en muchas ocasiones (inclusive por mí) de no ser capaz de ganar en partidos clave, decisivos. Pues a mí me ha callado la boca en esta final. Partido más decisivo que este no había ninguno. Carlo Ancelloti nos tiene demostrado a lo largo de su carrera que es especialista en finales. Cabe aclarar que ser especialista en finales es distinto a ser especialista en tratar partidos como si fueran una final. Un claro ejemplo es la ida del Clásico en el Santiago Bernabéu, donde el Real Madrid cayó por 3-4. A parte de los árbitros, que ayudaron lo suyo en aquel encuentro para el olvido, la culpa fue no tanto del planteamiento inicial del italiano, como muchos dicen, sino de los cambios posteriores. Pero eso es agua pasada y harina de otro costal. En la Final se comportó como se espera de un entrenador del Real Madrid. Acertó en el planteamiento inicial con mucha suerte, por que se arriesgó. Pero acertó también con los cambios en los momentos puntuales. Meter a Casemiro, a Illarra y a Varane en el último momento te daba tranquilidad y valor defensivo. Después del golazo de Bale con carrera de corredor de fondo incluída simplemente es lo que tenía que hacer. Salían jugadores que no solo tenían las piernas frescas, sino que podían ser más agresivos en defensa, dado que no contaban con el lastre de la amarilla, como Pepe e Isco.

 Hablando de los jugadores a mi, Raúl Sánchez, uno de los que más críticos ha sido en los podcast con los jugadores, me gustaron varios que os sorprenderán a más de uno. Empezando por Isco (Ooooooh general de sorpresa, por favor). Yo siempre le achaqué que recién llegado quería hacerlo todo. Pero hacer todo lo que a el le salía de sus andaluces cojones. Pero en este partido me ha sorprendido gratamente.

Bien es cierto que ofensivamente no estaba fino, y como siempre le faltaba un punto de velocidad. Pero lo que me gustó a mi fue que por fin, con más o menos fortuna, demostró algo de solidaridad defensiva. Ahí le doy ''Me gusta'', ''+1'' o RT, como queráis llamarle. No me ganó, pero haciendo esos trabajos sucios, que es para lo que uno está en un principio, empezó a hacerse un hueco en mi corazoncito. Fabio Coentrâo estuvo soberbio, lleva algunos partidos que yo, de ser directivo del Madrid, no solo le ponía la etiqueta de intransferible, sino que le subía el sueldo. Menos mal que no soy directivo del club blanco. Alonso me gustó mucho. Bien es cierto que apenas apareció en el partido. De hecho creo que solo hizo una falta en todo el choque. ¡Pero que falta! ¡Qué necesaria! Nunca me había dado tanta alegría una tarjeta amarilla. Di María estuvo también de 11 sobre 10. Atacando, defendiendo, desbordando y llevando loca a la defensa culé. Le faltó el gol, pero impecable el trabajo del argentino. Y ahora destacar también a los demás también por el buen trabajo que desempeñaron, pese a un tramo del partido hacia el final, cuando llegó el gol culé (imparable por cierto), que los habría matado lenta y dolorosamente por que iban como pollos sin cabeza, pero eso pasa a ser una simple anécdota y algo a mejorar de cara a las Semifinales de Champions.

 Quiero destacar en un párrafo para él solo a Gareth Bale. El príncipe como le llaman por ahí firmó un partido impecable. Desborde, velocidad, regate, mareo... Eso es Gareth. Si no que se lo pregunten a Dani Alves, que estoy seguro de que estos días soñará con el. Cada vez que lo pillaba lo bailaba, lo hipnotizaba y le rompía la cintura. Pese a que hubo algunas cosas que no me gustaron de él, en general tuvo una muy buena actuación. Estuvo muy individualista, cuando tenía que tirar tiraba, pero cuando tenía que pasarla una de dos, o la pasaba tarde (esa ocasión de Isco solo necesitaba el pase antes, el regate le sobró al galés) o directamente no pasaba y buscaba el regate y la jugada individual. Pero todo eso se le medio perdona cuando ves que en el minuto 86 tiene las piernas lo suficientemente frescas como para hacer lo que hizo. Vale, el defensa que le acompañaba es inexperto y además estaba tocado, eso es verdad. Pero aún así lo que hizo Bale fue de otro mundo. Bartra llegó a sacarlo del terreno de juego. Eso se lo hace a Isco, por ejemplo, y esa ventaja es para el defensa culé. Pero el expreso de Gales es muy veloz. Arrancó el tren de alta velocidad y se fue en velocidad del defensa. Pero no solo eso, además no fue en linea recta. Literalmente rodeó al pobre Marc (al que no le achaco nada, y los culés tampoco deberían) haciendo una curva que no es fácil de hacer superando al defensa además. Después llegó a la meta de Pinto y ahí fusiló, como quien no quiere la cosa, como si no fuera consciente de que ese gol iba a darle la Copa del Rey al Real Madrid. Como si no fuese consciente de que ese gol iba a derrumbar Mestalla y los corazones de muchos culés. Como si no fuese consciente de que se había vestido de Cristiano y marcado un gol vital para su equipo. Ese es Gareth, el hombre que este 16 de abril para el recuerdo, se disfrazó de Cristiano. Y para los Madridistas que fueron a Mestalla...

 Un 10. Un puto excelente. Así es como tenemos que ser siempre, llevando al equipo en volandas sin preocuparnos de quien defienda la portería o de quien juegue o esté en el área técnica. Ese es el Madridismo que queremos todos. Ese es el Madridismo que, de seguir así y con la inestimable ayuda de los jugadores, estará en Lisboa después de eliminar al todopoderoso Bayern de Münich. ¡Este es mi Madrid! ¡Que no me lo cambien! ¡HALA MADRID!

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