Raúl González: Eterno como el tiempo





Autor: Andres Ramirez Pelayo

   Dicen que el tiempo es relativo, sentir cómo transcurre y ver cuánto de éste ha pasado son cosas diferentes. En ocasiones se parece a una eternidad algo que no tiene mucho que ocurrió. Esto lo digo porque el pasado jueves se cumplieron 3 años y 27 días desde aquel adiós, en las instalaciones de Chamartín, de un tipo disciplinado, ejemplar, limpio en sus declaraciones así como en sus acciones sobre el terreno de juego. En ese entonces ya no jugaba al fútbol como lo hacía antes, son facturas que te cobra el tiempo a través de los años, pero el legado que este señor dejó seguirá siendo eterno: Raúl González Blanco.

   De pequeño, Raúl empezó a dar sus primeros pasos como futbolista jugando para el equipo de su barrio, el Club Deportivo San Cristóbal de los Ángeles. Para ello, tuvo que falsificar su edad y su nombre. Dani le decían. Incluso tuvo salir con gafas en su credencial para tratar de disimular su “carita” de niño. Existe también otro detalle muy peculiar que pocos conocen: Raúl era diestro, pero una lesión en dicha pierna lo obligó a desarrollar sus habilidades con la izquierda. El ahora zurdo probaría un reto más grande luego de que su padre, al igual que toda su familia de hueso colchonero, lo inscribió en las inferiores del Club Atlético de Madrid. Su promedio goleador de más de un gol por partido y sus campeonatos infantiles conseguidos de manera invicta lo subieron de categoría, pero una decisión de Jesús Gil, entonces presidente del equipo, optó por disolver las divisiones inferiores a causa de problemas económicos. Ya sin equipo, en 1992 el Real Madrid lo integra a sus filas, y sus actuaciones sorprendentemente resultaron ser aún mejores. En sus inicios promediaba más de dos goles por partido, llevándolo ahora de la categoría cadete al Real Madrid C.

   Su momento de saltar de las juveniles al profesionalismo ocurrió el 29 de octubre de 1994, debutando en La Romareda ante el Zaragoza. Antes del partido, el joven de 17 años advirtió a su entrenador, Jorge Valdano, diciéndole “allá usted, si quiere ganar, métame a jugar. Si quiere perder, déjeme en la banca”. Y así lo hizo, jugó el partido, aunque se perdió por 3-2. El resultado no importó, las sensaciones que dejó en la cancha resultaron ser muy positivas, tanto que a la semana siguiente haría su debut en el Bernabéu ante el Atlético de Madrid. En aquel derbi, marcaría su primero de tantos: en un pase de Laudrup y justo llegando a los límites del área grande, coloca el balón al ángulo superior derecho del portero con un certero zurdazo. En esa misma temporada, jugó su primer clásico ante Barcelona, también en el Santiago Bernabéu. No marcó pero fue partícipe de la revancha del 5-0. Termina la temporada 1994-95 y ya era campeón de liga.

   La titularidad de Raúl daba sensaciones de ser indiscutible con tan sólo 19 años ante la llegada de Fabio Capello como timonel del equipo. Fue en la temporada 1996-97 donde marcaría 21 goles en el torneo local y llegar a la cifra de 100 partidos en primera división, y por segunda ocasión, convertirse en campeón de liga.


   Los títulos en la trayectoria de Raúl fueron cayendo de manera paulatina, pero constante; un ejemplo es la supercopa de España ganada ante el Barcelona, copa en la que Raúl marcaría tres goles del 5-3 global. Sus números goleadores en liga fueron bajos a comparación de sus inicios, pero ahora era en la Liga de Campeones donde consiguió la séptima orejona, un anhelo que se tenía desde hacía 32 años. Ese mismo año se perdió la supercopa de Europa ante Chelsea, pero así como la Liga de Campeones se consiguió después de años, lo mismo ocurrió con la Copa Intercontinental ante el Vasco Da Gama de Brasil. En este partido, Raúl marcaría uno de sus mejores y más valiosos goles en su carrera: pase de Clarence Seedorf desde medio campo, controla dentro del área, driblea a un defensa y al portero Carlos Germano. Gracias a este tanto, llamado el “gol del aguanís”, la Copa Intercontinental se obtuvo tras una espera de 38 años. Con este despertar internacional, la siguiente Champions llegó solamente dos años después de haberla conseguido, esta vez ante el Valencia. En un contragolpe que se origina desde la portería de Iker Casillas, Raúl pegó una carrera de más de media cancha para eludir a Cañizares, marcar su décimo gol para convertirse en el goleador del certamen y dar la estocada final de un 3-0 contundente. Campeones de Europa por octava ocasión.

   Volviendo a la competencia local, el 13 de octubre de 1999 fue uno de los momentos que más se recuerda en la historia de los clásicos. El Real Madrid llegaba a la Jornada 7 en octavo lugar y a seis puntos del Barcelona. Comienza el juego y Raúl se encargaría de abrir el marcador, pero los goles de Rivaldo y Luis Figo le dieron la vuelta. Era el minuto 86’ y el Real Madrid perdía por 2-1. Savio manda un pase al área para Raúl, éste pica la pelota ante la llegada del portero Ruud Hesp y agónicamente entra a las redes. Empate con marcador 2-2 y el siete madridista manda a callar a un sector del estadio que nunca paro de insultar a los merengues en todo el encuentro. Al término del partido, en declaraciones a la prensa comentó que en ningún momento tuvo la intención de burlarse de la afición culé, que su acción de callarlos con el dedo fue una respuesta ante los cánticos locales. Si hacemos un poquito de memoria, resultó ser un partido con características muy similares a las del último clásico liguero disputado en Camp Nou donde Cristiano Ronaldo anotase el primero y último de aquel 2-2, callando en ambos goles a las gradas catalanas, un gesto parecido al de su ahora antecesor.


   Los títulos individuales tampoco se le pudieron resistir a este jugador emblemático; dos pichichis, campeón de goleo en la Liga de Campeones temporada 1999-2000, un Balón de Plata y tercer lugar en el premio FIFA al mejor jugador del año 2001, entre otros. Raúl era un goleador, pero también un armador de juego y un líder, sobre todo tras la salida de Fernando Hierro, quien no titubeó al halagar el liderazgo y motivación que poseía. Otros como Luis Figo, quien fuese hasta no hace mucho su rival con el Barcelona, mencionó que a pesar de la llegada de estrellas internacionales, Raúl seguía siendo el capitán y mejor jugador del equipo.

   Aquellas estrellas con las que se planeaban conquistar más títulos, fueron cayendo uno por uno; se fue Makelele, después Figo y Ronaldo, uno al Inter y el otro al Milan. Continuaba la lista el mago francés, Zinedine Zidane quien se retiraba del fútbol profesional. Poco después serían Roberto Carlos y David Beckham. Las estrellas se iban pero Raúl seguía. Como se dijo al principio, los años le fueron pasando factura, la titularidad cada vez era más difícil, pero así fuese en el banquillo, su deseo era seguir con el equipo. Su bajón futbolístico le impidió formar parte de la época dorada del seleccionado español, a pesar de ser en aquel entonces máximo goleador de la “Furia Roja” y ser considerado por algunas personales, por ejemplo Pep Guardiola, como el mejor jugador español de la historia.

   El desenlace de Raúl con el Real Madrid tal vez podamos compararla con el hecho de subir el monte Everest; el camino cada vez es más empinado, el oxígeno es menos, la presión es alta, empiezas a gatear porque el cansancio no te permite estar de pie, pero lo consigues. Llegas a la cima. Eso logró Raúl, llegar a la cima del Everest del Madrid, mejor conocido como Don Alfredo Di Stéfano. Para superar a una leyenda, necesitas ser eso, una leyenda. La perseverancia de Raúl le permitió rebasar los 307 goles de la Saeta Rubia, dejando el estandarte de máximo goleador del equipo con 324 goles. Su último tanto como merengue lo consiguió ante el Zaragoza, equipo contra el que debutó y perdió. Cobró revancha. Así funciona en ocasiones el fútbol.

   Con la llegada de José Mourinho, quien no lo tendría en cuenta para la plantilla, y también por cuestiones numerológicas-comerciales como el hecho de si Cristiano llevaría el mítico “7” o no, Raúl toma la decisión de buscar suerte en otro equipo. El Schalke 04 de Alemania recibiría con los brazos abiertos al mito del Bernabéu. Una Copa y Supercopa Alemanas, además de una semifinal de Champions League y dejar su cifra goleadora en dicho torneo con 71 goles fue motivo de consagrarlo como un ídolo de la “afición minera”. Su siguiente reto sería en el exótico país de Qatar con el conjunto del Al-Saad, donde recientemente consiguió un título de liga.

   Éste no es sólo el regreso de Raúl, sino de un jugador que durante más de 18 años de carrera profesional consiguió ganar, en resumen, seis ligas de España, una liga de Qatar, una Copa de Alemania, cuatro Supercopas de España y una Supercopa de Alemania, una Supercopa de Europa, tres Champions League y dos Copas Intercontinentales. 19 títulos a nivel de clubes. 323 goles con el Real Madrid, 44 con la selección española, 40 con el Schalke 04 y hasta el momento 11 con el Al-Saad para un total de 419 goles, uno de los máximos goleadores en activo a nivel mundial. Ninguna tarjeta roja.


   El Ángel de Madrid, el Ferrari Blanco, el Capitán, el siete de España, señor Raúl o Míster Champions son sólo algunos de los apelativos que ha recibido durante su larga y exitosa trayectoria. No creo que haya duda alguna si digo que el partido de este jueves fue más que emotivo, pues volvió a pisar el césped del Bernabéu durante los primeros 45 minutos y previo al encuentro, verlo posar con las copas que ganó como jugador merengue, el mosaico y una imagen de agradecimiento por parte del público, testiguar cuando Iker le entrega el gafete de capitán y Cristiano le sede el 7 y un lugar dentro del once inicial. Pero lo mejor del partido fue su gol, su último gol como jugador merengue, un gol inolvidable. Todo esto como un pequeño homenaje a quien vistió por última ocasión la casaca del Real Madrid. Genio y figura que dura como el tiempo, o como también le dicen a Raúl: el eterno.



1 comentario:

  1. Buena bio, Don Andres! Vuelvo y repito, no soy muy Raulista, pero el legado que dejo es muy respetable y y nos dejo algunas lecciones de lo que es un buen madridismo. Gracias proc ompartir con nosotros, crack. Un fuerte abrazo!

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